15-11-2022. Estos son los relatos ganadores del concurso de microrrelatos de Halloween convocado por el Departamento de Lengua castellana y literatura y la Biblioteca del centro:
La acampada
«Un chico llamado Jhon Devon que vivía en un bosque cerca de un pueblo poco habitado, era un chico al que le gustaba la sangre no tenía amigos, porque era un chico espeluznante que odiaba a las personas. Porque a los 12 años sufría acoso por parte de sus compañeros. Un día, una familia fue de acampada al bosque en el que vivía Jhon.
A Jhon no le gustó nada que fuesen a acampar en el bosque, así que cuando llegó la noche Jhon estaba preparado para masacrar a la familia. La familia de dormirse escucharon pasos fuera de sus tiendas de acampada.
La familia se levantó y fueron a mirar si había a alguien fuera y cuando miraron fuera vieron a Jhon con un cuchillo en la mano, al ver eso, se fueron corriendo hacia el pueblo de al lado pero Jhon corría mucho y conocía tod o el bosque y cuando menos se lo esperaban, Jhon los atrapó y…»
Alejandro Nieto Ruzek (1.º ESO)
Misteriosa mujer
Una joven de cabellos azabaches, corría sin zapatos y con sus ropas ensangrentadas por las desoladas calles, envueltas por un manto de oscuridad la cual débiles focos de luz interrumpían.
La joven llegó a la comisaría asegurando con pavor que un monstruo asesinó a su hija, para luego ocultarse en el baño de su casa. Los policías fueron a la casa, y cuando llegaron al baño la joven retrocedió.
—A… Allí está… — Dijo señalando con recelo.
Los oficiales al ver a lo que la mujer señalaba se quedaron atónitos. Aquella mujer señaló su propio reflejo.
Elari Martínez Comino (4.º ESO)
La madriguera
“Qué casa tan grande para una sola persona” había pensado Michelle el día que llegó a la inmensa casa del señor David. Desde que pisó aquel lugar, este se había convertido en su nuevo hogar. Mas la joven nunca se acostumbró al desagradable olor que su dueño no parecía notar, ni a los antipáticos ruidos que los viejos muebles hacían, y mucho menos a aquellas desapariciones que se habían estado dando las últimas semanas.
El hogar era el lugar más seguro en el que una persona podía estar, pero Michelle pronto descubriría que no era así, que ellos dos no eran los únicos habitantes de aquel lugar y que los muebles no hacen ruidos solos.
Y yo nunca he tenido interés en tragarme al señor David; viejo y enfermo, y nunca me importó vivir con él en aquella casa, siempre que no entrara en este lugar. Mi madriguera.
Una sala abandonada cuya puerta había sido tapada por papel tapizado y donde las personas no encontradas me hacen compañía, pero la señorita Michelle nunca debió haber descubierto esa sala, ni esa puerta. Porque sé que ella sabe que ya me he dado cuenta de que la ha abierto.
Está gritando».
Ana Ron Manzano (1.º de bachillerato)
María Teresa Merino, coordinadora del proyecto de organización de la biblioteca